Brasil 2014: 7 lecciones que debemos aprender

Una de las tantas claves del éxito mundialista es, sin dudas, que sea un mes cada cuatro años. Sólo uno, cada cuarenta y ocho. Por eso la ansiedad del antes, la intensidad del durante y el vacío del después.

Pero superada la depresión post-mundialista, tenemos la obligación profesional (?) de tomar algunas lecciones y resumir aprendizajes.

1. FIFA es el puto amo. 
Ya hemos compartido el excelente monólogo de John Oliver sobre este organismo. Es el resumen perfecto. El fútbol es una religión, y la FIFA su Iglesia. Los jugadores son el clero, los fanáticos sus creyentes. Y de alguna manera, se logra un equilibrio. El mismo que logra el dueño del circo con sus payasos. Así que veneremos al Mundial pero no seamos ingenuos: la FIFA, organismo apolítico y sin fines de lucro, es capaz de establecer leyes y acumular millonarias reservas. Y hace marketing como ninguna empresa en el mundo sabe hacerlo.

2. Los Sponsors cambian leyes, pero no hábitos.
Hemos escrito al respecto. Budweiser logró lo que estaba prohibido por ley pero Sony no pudo con lo establecido por costumbre. Ese es el riesgo de ser sponsor: se intenta imponer antes que convencer. A veces funciona, otras no. Pero aún sin lograr siempre lo que se proponen, las marcas siguen siendo la nafta que hace caminar al monstruo.



3. El fútbol es aún más impredecible que el marketing.
El marketing tiene varios cisnes negros. Esos que todos explican cuando suceden pero nunca nadie anticipa. El fútbol, tiene aún muchos más. Y éste es el más impredecible de sus torneos. Vayan a preguntarle a Nike y su campaña Risk Everything cómo se le fueron cayendo sus protagonistas de manera estrepitosa. Apostar al fútbol es levemente menos azaroso que hacerlo en la ruleta.



4. La información no es periodismo.
Fue el Mundial de las app, sin duda. Hubo muchas. Demasiadas. Algunas lo suficientemente buenas como para instalarlas y utilizarlas. Y lo que podía parecer una amenaza para los medios tradicionales es en realidad una tremenda oportunidad. Aquí le robo el concepto a PaperPapers: información no es periodismo. Las app sólo te tiran un dato; los medios, mediante sus periodistas, tienen la obligación de "agregarte" algo más. "Uno dice lo que pasa en el mundo y el otro trata de cambiar lo que pasa en el mundo".


5. El real-time marketing sólo funciona si es "real".
El SuperBowl '13 puso sobre el tapete el real-time marketing. Y si bien es cierto que la edición de este año ya lo había bajado, había cierta expectativa para este Mundial. Salvo algunos casos aislados relacionados a la mordida de Suárez, no hubo tal cosa como "real-time marketing". Y básicamente por una conclusión que ahora parece obvia: cuando ponés a tanta gente a trabajar en algo que debería ser espontáneo, deja de ser real.




6. Twitter y los memes son reales.
Al menos por ahora, los tuits y los memes son reales. Y espontáneos. Nos dicen de qué está hablando la gente. Quizá no son un censo, pero sí una buena muestra. Parcial, subjetiva, condicionada pero real. Es lo que está sucediendo. La repercusiones del Mundial fueron usando Twitter y Vine. Nada más rápido. Y en muchos casos, en forma de meme. No sé mañana, pero hoy, es imposible ignorar lo que sucede ahí adentro cuando hay un gran evento.




7. Lo que importa es la gente.
Y demasiado relacionado con el punto anterior, este fue el Mundial en que la gente se filmaba y lo compartía. Así de loco: el público quiso ser co-protagonista. Se vio en las pantallas gigantes, y televisado a todo el mundo, había desesperación por ese segundo de fama. Se vio en las redes sociales, y compartido a todo el mundo, había intención de un segundo de fama. Y por eso, este tipo de videos tuvieron una repercusión tremenda. En el fútbol, como en el marketing, lo que sigue importando es la gente.



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