Los e-books ya deberían ser más baratos

Hace ya más de un año que escribí mi primera experiencia con los ebooks. Ahora mi novedad es que terminé un libro completo leído desde el teléfono. Ni desde un reader, ni desde la tablet: desde el mismo dispositivo que cada vez utilizo menos para hablar. Y la experiencia fue más que satisfactoria.

Las ventajas son las ya conocidas y mencionadas. "Logísticamente" es insuperable: no pesa ni ocupa. Va dentro del dispositivo que probablemente ya llevas contigo y con una capacidad que tiende a infinito. Sumado, además, a la inmediatez (no hay que ir a la librería ni espera que Amazon lo envíe, se baja en el momento) y a la funcionalidad que agrega (se puede resaltar, agregar notas, marcadores, etc).

Y el caso práctico: mientras terminaba de leer mi e-book (416 páginas que estaban adentro de mi teléfono), mi padre me pidió que le consiga un libro papel que, casualmente, es de tapa dura, tiene 768 páginas y pesa casi un kilo. Indiscutible.

Pero el libro electrónico sigue teniendo un problema. Aún cuando se presenta como una ventaja contra las versiones de papel, el precio es elevado.

En su momento nos preguntamos: ¿y si el precio lo pone el consumidor? ¿Cuál es el valor real de los productos y servicios? ¿Qué relación deben guardar con su costo?

Porque en esta categoría el ejemplo es demasiado representativo.

En el libro papel se siente demasiado el costo marginal. Es decir, cada unidad adicional que se produzca tiene su propio costo de papel e impresión. Para cada lector se necesita crear una nueva unidad. Y no sólo eso, las versiones físicas obligan a distribuirse lo que genera costos logísticos y probablemente un elemento adicional en la cadena que se lleva parte del margen.

Todo ello no aplica en el libro electrónico. Se realiza una sola versión digital que satisface a absolutamente todo aquél que la quiera adquirir, no importa si es uno o millones. No hay costos incrementales, ni inversión en distribución. Y la cadena, por cierto, tiende a hacerse más chica, sin cubrir a intermediarios.

Es cierto que las editoriales deben adaptarse y entran a jugar las tiendas online. Utilizo bajalibros.com y lo seguiré haciendo por oferta y un gran servicio. Pero no alcanza con el "más barato que en papel".

La diferencia en costos es terriblemente significativa. Es momento de trasladarla al precio.

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