Para arrancar la semana (CVI)

Este blog es de marketing. Salvo los lunes. Así que permitan que arranque la semana con una reflexión. Y que quede claro: no es un post político, es sobre cómo decidimos vivir los argentinos.

Porque la semana pasada tuvo al menos tres ingredientes que, juntos, demuestran la gran ensalada que elegimos comernos en este país.

Durante cuatro días consecutivos se cortó la luz en el lugar donde trabajo. Se realizó una multitudinaria e histórica marcha. Y no se recolectó la basura, llovió, y se inundó la ciudad. Podrían ser tres hechos independientes, aislados. Pero no. Alguna relación tienen que tener.

Porque el primer paso para solucionar cualquier problema es reconocerlo. Mientras no se acepte, jamás se tomarán medidas correctivas. Por eso nunca solucionaremos la inflación negada por el INDEC, ni la inseguridad que es sólo una sensación, o el cepo cambiario que no existe. Ni tampoco, claro, la crisis energética.

Porque una movilización como la del Jueves pasado no se puede ignorar. Es fácil escuchar a los que piensan como uno. Grandeza es prestarle atención al que piensa distinto. Y tratar de entenderlo. No existe soberbia más grande que serle indiferente al que nos dice que, quizá, estamos haciendo algo mal.

Porque si un conflicto gremial afecta la recolección de residuos en la misma semana que se pronostica un alerta meteorológico, y no hacemos nada para solucionarlo, entonces hemos decidido flotar en la basura. Si se puede prevenir, deja de ser un accidente. Eso es necedad.

No. Los tres hechos no están aislados.

Claramente, en Argentina, decidimos negar los problemas en lugar de solucionarlos. Y cuando algo no funciona, preferimos señalar al culpable en lugar de arreglarlo. En este país tenemos la costumbre de negar responsabilidades propias mientras afirmamos culpas ajenas.

Y si mientras leemos el párrafo anterior estamos pensando en los gobernantes y no en nosotros mismos, entonces, estamos haciendo lo mismo que ellos.

La infraestructura eléctrica del país no es responsabilidad nuestra, es cierto. Y solucionar el conflicto de la recolección de basura tampoco. Pero regular el aire de casa sí. Y haber retenido la bolsa adentro un poco más, también.

Pero preferimos no morirnos de calor. O que la casa no se nos llene de olor.

A los éxitos argentinos les sobran padres; los problemas son todos huérfanos  Y todos opinamos, todos tenemos razón, todos nos quejamos. Porque hemos decidido ser un país que destruye desde la crítica antes que uno que construya desde los hechos.

Y eso nos confronta. En todo.

O sos mío, o sos contra. Y con razón, o sin ella, necesitamos desacreditar al que piensa distinto. Sin punto medio. No importa el tema, ni el personaje, o sos de un extremo o sos del otro. Si nos enfrentamos hasta por cómo se toma el mate. Decidimos ser así. Decidimos que no nos alcanza con amar a nuestro equipo, necesitamos festejar la derrota del rival.

Y la culpa es siempre del otro.


Hemos decido ser, también, un país democrático. Eso implica hacerse cargo del voto. Casi como si fuese un deslinde de responsabilidad preferimos afirmar que no los votamos. Como si eso alcanzara.

Porque si cada vez que elegimos a uno, tiene que terminar antes su mandato, irse en helicóptero o vernos cacerolear, entonces, ¿no estaremos haciendo algo mal nosotros?

No culpemos a los políticos. Somos el país que decidimos ser.

Pero alguna vez nos daremos cuenta que alcanza con que cada uno haga bien lo que le corresponde. Y tal vez, decidamos hacerlo.

Compartílo...

2 comentarios

 
© 2011 Lo que otros ven
Designed by BlogThietKe Cooperated with Duy Pham
Released under Creative Commons 3.0 CC BY-NC 3.0
Posts RSS Comments RSS
Back to top