Para arrancar la semana (LV)

Los post de Los Lunes me permiten apartarme levemente de la temática del Blog, como hoy. Porque la propuesta es, ya sea con un video, unas líneas, alguna aventura, arrancar la semana de una manera distinta. Y esta vez será una anécdota y sus aprendizajes.

El día que Agassi me regaló un par de entradas.

Porque esta semana se cumplen cinco años de su retiro y por una de esas jugadas increíbles del destino estuve ahí, con mi hermano, para atestiguarlo en vivo.

Habíamos planificado viajar a ver el torneo, con entradas para un par de días, y con la esperanza de coincidir justo con el último partido de Andre, que obviamente, dependía de sus resultados.

En la previa, desde Buenos Aires, hicimos fuerza para que siga en carrera hasta que lleguemos. No sólo eso, mandamos hacer una bandera celeste y blanca con la leyenda: "5.300 miles just to see Andre for the last time". Y el día anterior a llegar, el cronograma nos dio la bendición: jugaba contra Benjamín Becker en el turno día, Estadio Principal, y nosotros íbamos a estar ahí.

Si no fuera, claro, porque estaba diluviando. Jornada suspendida y postergada para el día siguiente, para el cuál, los tickets ya estaban agotados. Decepción total. Y toda clase de chistes sobre dónde podíamos meternos la bandera.

Pero fuimos igual. A ingresar al predio, a tratar de conseguir entradas, a estar ahí, a argentinearla un poco.

Empezamos por el sector prensa, soñando que un Javier Frana o Batata Clerc se apiaden de dos argentinos sueltos en Nueva York. Nada. Ni los vimos. Ni reventa había ese día.

Pero ahí a donde algunos se resignan, mi hermano sigue insistiendo.

Y encaramos para la zona de jugadores, donde obviamente, fuimos más ignorados que por los periodistas. Hasta que, esbozando no se qué cuento sobre unas entradas a retirar, en un forzado inglés, y apelando a la lástima de un agradable y grandote agente de seguridad, traspasamos una valla que nos ponía, por lo menos, en cercanía suficiente con alguna personalidad que cruce la zona. Pero obviamente, todavía afuera del Estadio. Por cierto, los americanos asumen mayores medidas de seguridad que nosotros pero son un poco más ingenuos. Es que en definitiva, ¿quién se va a imaginar que dos argentinos intentarán cualquier cosa con tal de entrar al Estadio para ver el último partido de Agassi?

Y en realidad, la ilusión duró apenas unos minutos porque aunque estemos ahí, ¿quién nos haría entrar? ¿Qué nos pensábamos? ¿Que iba aparecer algún jugador a abrirnos la puerta?

Ridículo. Pero sucedió. Después de cinco años, de haberlo contado una infinidad de veces, me pongo a escribirlo y todavía no puedo entender bien cómo fue.

En un auto oficial del Torneo llegó Steffi Graf y su familia. Mi hermano identificó nuestra última oportunidad y los encaró como si fuesen conocidos de toda la vida. Hasta que dimos, justamente, con el hermano de Andre. Mientras el mío le contaba nuestra historia yo intentaba sacar la bandera de la mochila ante la rigurosa mirada de la sugestionada seguridad que no tenía idea que mi única arma era un trapo celeste y blanco.

Y una vez que vieron la bandera extendida, fueron ellos los que nos dijeron que teníamos que estar adentro del estadio. Así fue.

Nos dejaron abandonados en la puerta por unos minutos más pero ahora con la esperanza del tamaño de Manhattan. Hasta que uno de ellos volvió con dos tickets. La bandera no sólo se ganó las entradas pero también una nota para la Inside Tennis Magazine, una foto en La Nación, y una buen cantidad de lecciones:

  • Si realmente crees que algo puede suceder, tenés que hacer todo lo que esté a tu alcance para que así sea.
  • La suerte no existe. Las cosas pasan porque tienen que pasar. Y hay una diferencia gigante entre dejar que las cosas pasen y hacer que las cosas sucedan.
  • Son pocos los que lo logran, porque donde la mayoría se resigna, ellos intentan algo más.
  • De vez en cuando, el caradurismo, utilizado con criterio, puede superar a la racionalidad.
  • Y a veces, ese objeto que te ibas a tener que meter en algún lado, termina siendo la llave.

Que tengan una buena semana. Y cuando algo se complique: recurran a algún hermano, identifiquen cuál es su bandera, entiendan quién es su hermano de Agassi, sean lo suficientemente caraduras para creer que algo puede pasar, y hagan que suceda.



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5 comentarios

  1. Tincho, GENIAL! Faltó algo de detalle en la cara del hermano de Andre a la hora de ver la bandera, realmente NO lo podía creer. Otro dato NO menor fue que las ubicaciones que nos dieron eran muy buenas y por último: Gracias viejo, muchas gracias!!

    PD: empecemos a organizar estar presentes en la despedida de Roger!

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  2. Me encantó! La historia merecía terminar así!!!

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  3. Recordar la historia es muy lindo y mas haberla compartido, pero no mencionas que el mas emocionado fue Jorge, cuando vio que pudieron cumplir el objetivo. Que lindos viajes!!!!! Que buenos momentos

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  4. La familia entera copó los comentarios. Gracias.

    El detalle que injustamente omití es que el hermano de Agassi nos dio sólo dos entradas (ahora que pienso, podría habernos tirado otra) y nuestro viejo se bancó quedarse afuera para que nosotros dos nos quedemos adentro. Más crack que Andre.

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  5. Impagable la anécdota!!! Imagino la felicidad de ambos frente a esa historia tan anhelada que tuvo un final feliz!!! Creo que NYC es una ciudad con magia, donde todos los deseos pueden cumplirse !!! :)

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